viernes, 7 de enero de 2011

Cap. 1: Algo se acerca


En el primer capítulo descubrimos a Sushi, una niña sumamente observadora de los astros que vive junto al Volcán Irazú y apenas comenzando, nos preguntamos si será posible encontrar niñas con tanto apremio por las cosas que no son comunes en personitas de su edad, a nuestro alrededor.

Por un momento he dudado, ¿es muy ficticio mi planteamiento? pero luego me topo con esta noticia ( http://www.eluniversal.com.mx/articulos/62333.html ) y ahora pienso en lo asertivo del escenario.

Pienso en la niñez y la adolescencia, ¡cuánto les subestimamos! Quienes a diario comparten con ellos, saben de qué hablo: Una inagotable fuente de preguntas, ávidas de respuestas sensatas e inteligentes. ¿Cómo no resolverles sus inquietudes si de ello depende que en el futuro sean quienes responderán las preguntas que nosotros dejamos en la incertidumbre? Ese temor muestra su padre al no haber una madre que la cuide y guíe, porque después de todo ... ¿cómo evidenciar que el amor de un padre es también infinitamente grande?

Una noche Sushi ve un resplandor en el cielo y florece la esperanza de que se trate de lo que ella siempre ha soñado, por lo que corre tras la estela de refulgente fulgor, con una fuerza mayor a sus propios temores. A veces pasamos la vida esperando un resplandor en nuestro cielo, pero nuestro paso por el mundo es tan breve que no alcanza el tiempo para que algo extraordinario suceda ... o a veces no nos percatamos de ellos ... o a veces nos vencen los temores ... y permitimos que los resplandores se apaguen.

Algo se acerca y Sushi lo presiente.

2 comentarios:

  1. Ello me recuerda ciertas situaciones de nacimiento a la conciencia desde una edad ridículamente temprana. Aquellos "juegos" de niños que tenemos, aquellos estímulos de las curiosidades personales (contar dinero, coleccionar, buscar insectos, ahorrar, ver estrellas, invertir mesadas, jugar a la escuelita, poner sangre en el microscopio, ver hojas de diferentes formas, perseguir mariposas, examinar a la familia con el estetoscopio, buscar conchas de mar, filosofar con los papás preguntando y repreguntando Por qué?), te van dando una pauta de lo que posteriormente llegamos a desarrollar en la edad adulta como profesión, oficio y trabajo.

    Por ello no me parece nada descabellado el planteamiento, sino por el contrario, me ha recordado que uno debe poner más atención a lo que hacen de los pequeños hoy día y los sueños que uno debe perseguir!!.

    Hace 15 años mi madre comenzó a pintar. Ella comentaba que pintar era algo que siempre soñó hacer, pero que por diferentes circunstancias no había podido realizar hasta más de 5 décadas después.

    En fin, considero que la misma cotidineidad hace que el externo envuelta el Ser para distraerlo de lo importante y justo ahí nace el hecho de no olvidar, que uno tiene el deber de prestar más atención a los sonidos internos y no dejar apagar esa esencia que te define, esa curiosidad, emoción de hacer, de experimentar, de descubrir, de inventar, de vencerse a uno mismo, de compartir y de creer desde adentro, que uno desde un pequeño, debe recordar lo que es y lo que se quiere hacer para descubrir su propio mundo...

    Mtk!!

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  2. Desde ya me hizo click, cierto! Cuántas Sushis, niñas y niños que no valoramos en el resplandor de su niñez y en el espíritu irreverente de su adolescencia, todo esperando que sean el futuro, cuando es su presente lo que vale y de lo que debemos aprender. Pero no, a las personas grandes se nos ocurre apurar esa etapa y tratarlos y hacerlos como adultos, creyendo que con eso se desarrollan. Espero que el espíritu de Sushi nos empiece a despertar...

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